miércoles, 26 de enero de 2011

Parapsicología, espectáculo y trucos.

Es evidente que la parapsicología y el espectáculo han ido de la mano en muchas ocasiones. Tal es así que cualquier investigador de anomalías que se precie, debe ser un buen conocedor de las técnicas de ilusionismo. Al menos, debería saber hasta dónde se puede llegar con ellas y en qué consisten sus procedimientos. Acostumbran a decir muchos investigadores que cualquier fenómeno paranormal, cualquiera, es reproducible al completo mediante ilusionismo. ¿Significa eso que todo lo anómalo es ilusionismo? No necesariamente, pero tampoco el dejar abierta esa posibilidad implica crear un coladero donde todo valga. Lo mejor es ir caso por caso, aunque también es lo más costoso y desesperante en este tipo de investigaciones.


Quiero traer aquí algunos ejemplos flagrantes de cómo el ilusionismo se ha colado en el mundo paranormal. Una vez explicados resultan fáciles de entender, pero ejecutados estos trucos en el contexto adecuado, con una ambientación sugerente, un público o testigos entregados, predispuestos o agradecidos, etc. etc. resulta muy complicado no dejarse seducir por la presunta veracidad del fenómeno anómalo que han puesto ante nuestros ojos.

El lenguaje y la cuidada retórica paranormal: Un primer factor importante a la hora de convencer al público es que el médium, dotado o sensitivo en cuestión rodee todas sus actividades mediúmnicas de una verborrea especial que induzca a la credibilidad. Así, recomiendan los mentalistas que en lugar de los términos “juego” o “efecto”, se empleen otros como “experimento psíquico”, “fenómenos psíquicos”, etc. que destilan mayor respetabilidad. Si se quiere ir más lejos, por supuesto podemos hablar de “canalización”, “contacto espiritual”, “comunicación con el otro plano”, etc.

Hay que huir también de vulgarismos tales como “adivinación”, “espiritismo”, ”magia”… y rodearse de una nomenclatura más formal y, aparentemente, “científica” como pueden ser “cognición espiritual”, “percepción extrasensorial”, etc.

De igual modo, al público hay que tratarlo no como “damas y caballeros”, sino mucho mejor “testigos”. Huir de términos como “fantasmas” y “muertos”, e intercambiarlos por “espíritus amigos”, “familiares fallecidos”, etc.

Son ejemplos básicos de cómo una buena selección del lenguaje, permitirá crear una atmósfera adecuada y participante en la que el presunto dotado desarrollará, luego, sus también supuestas capacidades trascendentales.

Además de este vocabulario, nunca está de más cubrirse las espaldas con algunos razonamientos que sean imposibles de refutar y actúen como escapatoria de emergencia. Así, Anne Germain, médium que asegura ver espíritus de fallecidos entre el público y canalizar sus mensajes a los vivos, plantea en su declaración de intenciones, antes de iniciar cualquier sesión, el siguiente argumento:

Las percepciones pueden revelarse con palabras o evidencias que se atribuyen generalmente a la persona que aparezca o en forma de pruebas directas, como la edad, nombre, descripciones de la forma como fallecieron, aniversarios o algo similar. Aunque algunos mensajes no contengan estas evidencias, pueden contener otras igualmente específicas.

Incluso, a veces las pruebas que se proporcionan no son inmediatamente identificadas. Puede suceder que el mensaje sólo tenga sentido después de hablar con los miembros de la familia, que añadan datos que usted desconocía o puede que la información la relacione más tarde.

Como vemos el argumento resulta impecable. Anne Germain, en verdad, delega en el sujeto –familiar o amigo del fallecido- la responsabilidad de identificar al muerto. Y si no lo hace inmediatamente, podrá hacerlo luego, mañana, pasado o al otro… Pero llegará el día en el que tropiece con alguien que se ajuste a los visto por la vidente. De este modo, las percepciones de Anne Germain, nunca pueden refutarse, sólo pueden confirmarse, si bien, el momento en el que esto ocurra puede variar. Lo llamativo del argumento es que no hay manera de cuestionar a la médium. Si no hemos dado con el fallecido que nos refiere Anne Germain, la culpa la tenemos nosotros que no hemos indagado en nuestras vidas lo suficiente. Nunca ella.








Lectura en caliente: Una técnica muy conocida y básica de ilusionismo para simular algunos fenómenos anómalos es la lectura en caliente. Consiste en que el sensitivo tenga en su mano información personal de los sujetos a los que va adivinarles algo. Esa información se puede capturar por diferentes vías. Una de las más típicas es que personas afines al médium se mezclen entre el público antes de iniciar la sesión y extraigan mediante conversaciones informales algunos datos de los sujetos. Todos sabemos que en las salas de espera de cualquier lugar, por ejemplo, la Seguridad Social, hay personas muy dispuestas a relatarnos toda su trayectoria sanitaria, relaciones familiares, laborales, etc. etc.

Una vez entregada esa información al vidente de turno, este no tiene más que comentar algunos de estos datos más significativos al sujeto durante la sesión, quien asombrando por la revelación, tenderá a bajar la guardia y, enseguida, se mostrará más colaborador con el vidente y sus predicciones.

Lectura en frío: Esta técnica de ilusionismo resulta mucho más sutil y al alcance de médium con mayor destreza y entrenamiento. La lectura en frío consiste en plantarse delante de un sujeto y mediante preguntas, observación de su comportamiento no verbal, apariencia, etc. aportarle información sobre su vida que él, por un lado, considere absolutamente veraz y, por el otro, que se vaya con la sensación de que de ningún modo se la ha proporcionado al vidente.

Para ello es necesaria una gran agilidad mental por parte del vidente. Uno de los médium más mediáticos en el ejercicio de esta técnica bien puede ser John Edward, quien disfruta de su propio programa de televisión en Estado Unidos. En este vídeo se le ve actuar y se explica cómo sondea, cambia de discurso, de preguntas y extrae información sobre el espectador a gran velocidad.





Códigos verbales y sonoros: En los casos de telepatía existen numerosos trucos para reproducirla. En algunas ocasiones, esos trucos llegaron al laboratorio de Parapsicología. Por ejemplo, dos hermanas jóvenes aseguraban poder transmitirse el pensamiento a distancia. Los investigadores las pusieron a prueba con el típico experimento de cartas Zener. Estas cartas, como es bien sabido, tienen cinco figuras –un cuadrado, unas ondas, un círculo, una estrella y una cruz- y tras barajar el mazo el investigador, le era entregada una a una cada carta a la chica emisora. La joven receptora permanecía al otro lado de la mesa, separada de su hermana por una mampara opaca. La comunicación entre ambas se realizaba por medio de un simple código consistente en que la hermana emisora golpeaba contra la mesa la carta Zener de turno. Cada golpe correspondía a una figura. Así, por ejemplo, el cuadrado se indicaba colocando la carta en la mesa sin hacer ruido; el círculo golpeando la carta por una de sus esquinas contra la mesa; las ondas igual que el anterior pero usando dos esquinas del naipe golpeándolas rápidamente; la cruz se trasmitía arrastrando la carta por la mesa y haciendo ese roce audible por su compañera… Los investigadores no dieron con el truco y las hermanas acertaron más de un 80% de las tiradas. No quisieron acertar el 100% para no levantar sospechas. Incluso se llegaron a publicar estos sorprendentes resultados en revistas especializadas. Toda esta artimaña fue ideada por un ilusionista para poner en entredicho y ayudar a refinar los protocolos de ese laboratorio de Parapsicología.


Para que el código resulte óptimo debe de ser indetectable y los participantes del mismo han de tenerlo absolutamente interiorizado a la perfección. Al mismo tiempo, se debe producir la comunicación a gran velocidad, de tal modo que la ejecución trascurra con tal rapidez  que el público presente sea incapaz de seguirla.

Un ejemplo de este planteamiento lo encontramos en este vídeo protagonizado por una pareja de sensitivos venezolanos. Sobran las palabras.



También se puede hacer fraude sin tanta sofisticación. Una manera más burda y movida por otros intereses como vemos en este fragmento de la película Cazafantasmas. ;)

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